La reacción cultural y la cuestión de género por Andrea Torricella
- elceiboportal
- 2 jun
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Por Dina Duré
Un análisis sobre la articulación de las nuevas derechas y el desmantelamiento de derechos teóricamente conquistados.
¿Qué tienen en común las nuevas derechas, a pesar de sus diferencias? Es la pregunta que recorre el capítulo seis del libro Desquiciados, compilado por Alejandro Grimson y escrito por Andrea Torricella. La autora examina la reacción cultural al género como uno de los tópicos que articulan a estos movimientos, y ofrece claves para comprender su impacto en Argentina.

Con un estilo asequible y basándose en investigaciones, Torricella identifica lo que denomina “patrones anti-géneros”. A lo largo de ocho apartados, desarrolla cómo estos discursos se han instalado en el país, apelando a la familia tradicional, a la misoginia para reducir la participación política femenina y al ataque sistemático a los feminismos y los estudios de género.
Un aporte importante del texto es la historización del concepto de “ideología de género”, acuñado inicialmente por sectores vinculados al Vaticano. En la actualidad, este concepto opera como un “pegamento simbólico” que ha logrado articular a sectores heterogéneos en torno a una causa común: combatir lo que perciben como una amenaza. Si bien Argentina ha sido pionera en la conquista de derechos progresistas, también ha contribuido a la difusión regional de este marco discursivo, influida por referentes como Jorge Scala y Agustín Laje.
La autora, licenciada en Historia, doctora en Ciencias Sociales y Humanas e investigadora, señala que en la actualidad asistimos a una “embestida contra el género”, sostenida por gobiernos de extrema derecha, populismos conservadores o democracias liberales. Argentina se enmarca en esta tendencia. El ascenso al poder de Javier Milei se acompaña de ataques de este calibre, que le han posibilitado consolidar una oposición de derecha radical. En sus discursos recientes, como el brindado en el AmCham Summit 2025, Milei vinculó la baja natalidad con la Agenda 2030, responsabilizando al feminismo y a la “ideología de género” del bajo crecimiento económico. Estas declaraciones, lejos de ser aisladas, revelan una estrategia cultural y política que se traduce en el cierre de áreas estatales de cuidado y en el desmantelamiento de programas educativos y de salud con perspectiva de género.
Torricella describe cómo ésta avanzada se apoya en políticas familiaristas. Ya lo advirtió Simone de Beauvoir: “Bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de la mujer sean cuestionados. Estos derechos no están nunca garantizados. Se deberá permanecer vigilante toda la vida.” Una frase que podría parecer un cliché, pero cobra plena vigencia a la luz del análisis realizado por la investigadora.
Desde perspectivas materialistas, filósofas como Monique Wittig (1992) han advertido cómo las clases dominantes, al naturalizar la diferencia entre los sexos, ocultan la realidad política de la dominación. Así, la obligación de reproducir la diferencia se convierte en el cimiento económico de la heterosexualidad como régimen político. En línea con los planteamientos de Judith Butler (2019), Torricella muestra que el ataque al género y los feminismos cobra fuerza en contextos de incertidumbre económica, donde la familia heteronormativa se impone como único refugio posible. En nuestro país, la crisis económica y la inflación se posicionan como sus principales promotores. La especialista insiste que esta estrategia es central para construir hegemonía cultural, debilitar las democracias y promover desigualdad social.
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